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Frases y citas con "Mujer Durmiendo"
El arte de la novela
MILAN KUNDERA
(151 frases)
El hombre desea un mundo en el cual sea posible distinguir con claridad el bien del mal porque en él existe el deseo, innato e indomable, de juzgar antes que de comprender. En este deseo se han fundado religiones e ideologías.(…) Exigen que alguien tenga razón; o bien Ana Karenina es víctima de un déspota de cortos alcances o bien Karenin es víctima de una mujer inmoral (…)En este 'o bien-o bien' reside la incapacidad de soportar la relatividad esencial de las cosas humanas, la incapacidad de hacer frente a la ausencia de Juez supremo. Debido a esta incapacidad, la sabiduría de la novela (la sabiduría de la incertidumbre) es difícil de aceptar y comprender.
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Enviada por 28 hace 9 años
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Cien años de soledad
GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ
(105 frases)
Vio una mujer vestida de oro en el cogote de un elefante. Vio un dromedario triste. Vio un oso vestido de holandesa que marcaba el compás de la música con un cucharón y una cacerola. Vio a los payasos haciendo maromas en la cola del desfile, y le vio otra vez la cara a su soledad miserable cuando todo acabó de pasar, y no quedó sino el luminoso espacio en la calle, y el aire lleno de hormigas voladoras, y unos cuantos curiosos asomados al precipicio de la incertidumbre. Entonces fue el castaño, pensando en el circo, y mientras orinaba trató de seguir pensando en el circo, pero ya no encontró el recuerdo. Metió la cabeza entre los hombros, como un pollito, y se quedó inmóvil con la frente apoyada en el tronco del castaño
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Enviada por 141 hace 10 años
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La perla
JOHN STEINBECK
(16 frases)
Es maravilloso el modo en que un pueblecito se mantiene al tanto de su propia existencia y la de cada uno de sus miembros. Si cada hombre y cada mujer, cada niño o cada bebé actúan y se conducen según un modelo conocido, y no rompen muros, ni se diferencian de nadie, ni hacen experimento alguno, ni se enferman, ni ponen en peligro la tranquilidad ni la paz del alma ni el ininterrumpido y constante fluir de la vida del pueblo, en ese caso, pueden desaparecer sin que nunca se oiga hablar de ellos. Pero, tan pronto como un hombre se aparta un paso de las ideas aceptadas, o de los modelos conocidos y en los cuales se confía, los habitantes se excitan y la comunicación recorre el sistema nervioso de la población. Y cada unidad comunica con el conjunto.
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Enviada por 23 hace 9 años
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La insoportable levedad del ser
MILAN KUNDERA
(151 frases)
La carga más pesada nos destroza, somos derribados por ella, nos aplasta contra la tierra. Pero en la poesía amatoria de todas las épocas la mujer desea cargar con el peso del cuerpo del hombre. La carga más pesada es por lo tanto, a la vez, la imagen de la más intensa plenitud de la vida. Cuanto más pesada sea la carga, más a ras de tierra estará nuestra vida, más real y verdadera será.
Por el contrario, la ausencia absoluta de carga hace que el hombre se vuelva más ligero que el aire, vuele hacia lo alto, se distancie de la tierra, de su ser terreno, que sea real sólo a medias y sus movimientos sean tan libres como insignificantes.
Entonces, ¿qué hemos de elegir? ¿El peso o la levedad?
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Enviada por 117 hace 10 años
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Ojalá fuera cierto
MARC LEVY
(45 frases)
…¿Quieres entender qué es un año de vida?
Pregúntaselo a un estudiante que acaba de suspender, el examen de fin de curso.
¿Un mes de vida?
Díselo a una mujer que acaba de traer al mundo un niño prematuro y espera que salga de la incubadora para estrecharlo entre sus brazos sano y salvo.
¿Una semana?
Que te lo cuente un hombre que trabaja en una fábrica o en una mina para mantener a su familia.
¿Un día?
Pregúntale a una persona claustrofóbica encerrada en un ascensor averiado.
¿Un segundo?
Mira la expresión de un hombre que acaba de salvarse de una accidente de coche.
¿Y una milésima de segundo?
Pregúntale a un atleta que acaba de ganar medalla de plata en los Juegos Olímpicos, en vez de medalla de oro para la que lleva toda la vida entrenándose.
La vida es mágica…
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Enviada por 208 hace 10 años
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El olvido que seremos
HÉCTOR ABAD FACIOLINCE
(49 frases)
No le temo tampoco a mis deseos más oscuros, ni me siento atormentado o culpable por ellos, y si he sentido después impulsos de atracción por objetos prohibidos, como la mujer del prójimo, por ejemplo, o por mujeres mucho menores que yo, o por las novias de mis amigos, no he vivido estas infracciones como un tormento, sino como las peticiones tercas, pero ciegas e inocentes en el fondo, de la máquina del cuerpo, que deben controlarse o no, según el daño que se pueda hacer a los demás y a uno mismo, y con ese solo criterio, más pragmático y directo que el determinado por una moral absoluta y abstracta (la de los dogmas religiosos) que no cambia según las circunstancias, el momento o la oportunidad, sino que es siempre idéntica a sí misma, con una rigidez dañina para la sociedad y para el individuo.
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Enviada por 198 hace 10 años
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Aprender a amar
OSHO
(55 frases)
En la relación dos personas se vuelven ciegas la una para la otra. Piensa en cuánto hace que no miras a tu pareja a los ojos. ¿Hace cuánto que no miras a tu pareja? ¡Quizá años! ¿Quién mira a su propia mujer? Has dado por hecho que la conoces. ¿Qué más tendrías que ver en ella? Te interesan más los extraños que la gente que conoces, ya que conoces toda la topografía de su cuerpo, sabes cómo responde, sabes que todo lo que ha ocurrido volverá a ocurrir una y otra vez. Es un círculo vicioso. Pero no lo es; en realidad no lo es. Nada se repite; todo es nuevo cada día. Lo único que ocurre es que tus ojos envejecen, tus suposiciones envejecen, tu espejo acumula polvo y al final eres incapaz de reflejar a la otra persona.
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Enviada por 29 hace 9 años
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Los logócratas
GEORGE STEINER
(8 frases)
Nadie ha dado una explicación integral de la génesis del personaje de ficción en el espíritu del autor a partir de los garabatos que hace con el lápiz en una hoja de papel. Ahora bien, ese personaje puede revestir una fuerza vital, poseer una capacidad de resistencia al tiempo y al olvido muy superior a la de cualquier ser viviente. ¿Quién de nosotros posee aunque sólo sea una fracción de la vitalidad, de la “presencia real” que emana del Ulises de Homero, de Hamlet o de Falstaff, de Tom Sawyer? Balzac moribundo apela a la ayuda de los médicos que había inventado en su Comedia humana. Shelley declara que ningún hombre capaz de amar a la Antígona de Sófocles experimentará jamás una pasión comparable por una mujer viva. Flaubert se ve morir como un perro mientras “esa puta” de Emma Bovary vivirá eternamente.
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Enviada por 628 hace 10 años
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Contrapunto
ALDOUS HUXLEY
(62 frases)
El instinto de adquirir comporta, a mi ver, más perversiones que el instinto sexual. Al menos, las gentes me parecen todavía más extrañas en lo referente al dinero que en lo referente a sus amores. ¡Qué pasmosa tacañería no se encuentra uno a cada paso, sobre todo entre los ricos! ¡Y qué fantásticas prodigalidades también! Con frecuencia las dos cualidades en la misma persona. Y luego, los atesoradores, los afanados, los que se hallan enteramente y casi incesantemente preocupados por el dinero. Nadie se halla de igual modo incesantemente preocupado por el sexo; me figuro que porque en las cuestiones sexuales es posible la satisfacción fisiológica, mientras que no existe en lo referente al dinero. Cuando el cuerpo se halla saciado, el espíritu cesa de pensar en el alimento o en la mujer. Pero el hambre de dinero y de posesión es casi puramente una cosa mental. No hay satisfacción física posible.
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Enviada por 21 hace 9 años
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El paraíso de las damas
EMILE ZOLA
(13 frases)
Ahora era ella la que sufría. ¿Es que no bastaba ya con tener que defenderse de él? ¿Iba a tener ahora que defenderse de sí misma, de las ráfagas de ternura que la privaban, a ratos, de todo coraje? Cuando él le hablaba así, cuando lo veía tan afectado, tan trastornado, no sabía ya por qué lo rechazaba; y hasta pasado un rato no regresaban, desde lo más hondo de su índole joven y sana, el orgullo y la sensatez que la mantenían firme en aquella virginal obstinación. Si se empecinaba, era por instinto de felicidad, para satisfacer su necesidad de una vida sosegada, y no por respeto de unos virtuosos principios. Habría caído en brazos de aquel hombre, rendida a él en cuerpo y alma, si no la hubiese soliviantado, si no la hubiese repugnado casi, entregarse por entero, arrojarse en brazos de quien podía, al día siguiente, convertirse en un desconocido. Temía al amante, lo temía con ese loco miedo que hace palidecer a la mujer ante la proximidad del varón.
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Enviada por 23 hace 9 años
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El cocodrilo rojo
EDUARDO LIENDO
(1 frases)
Me arrecha que me miren, ¿qué me ven?, ¿nunca habían visto un cocodrilo? Todo el mundo viene y me molesta, me jalan por la cola, me meten un dedo en la nariz. Sí, lo hacen ahora después que se me cayeron los dientes. Algunos dicen que estoy loco, eso me desquicia y les grito: cocodrilo, cocodrilo, cocodrilo. Yo estaba bien en la playa con Amatista, ella me cortaba las uñas, me cepillaba las escamas, me lustraba la cola. Tenía un cuerpo calientito y yo la tranquilizaba con la cola cuando las rodillas le comenzaban a temblar, ella me decía Ramón, y yo, ningún Ramón cocodrilo, cocodrilo, cocodrilo. Cuando estaba en la playa estaba bien, a veces me escamaba o me volteaba panza arriba para ver el cielo; era un cielo rojito, se iba incendiando, incendiando, hasta que el diablo metía sus barbas en el agua. Yo con el diablo siempre me he entendido, es como un compadre, nos sentamos, conversamos de las almas envenenadas y de los cuernos que le pone su mujer con un autobusero; es un pobre diablo, él me dice: "Mira Ramón éste sí es el infierno".
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Enviada por 23 hace 9 años
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Diarios
JOHN CHEEVER
(5 frases)
Cuando la autodestrucción entra en el corazón, al principio parece apenas un grano de arena. Es como una jaqueca, una indigestión leve, un dedo infectado; pero pierdes el tren de las 8:20 y llegas tarde para solicitar un aumento. El viejo amigo con quien vas a comer de repente agota tu paciencia y para mostrarte amable te tomas tres copas, pero el día ya ha perdido forma, sentido y significado. Para recuperar cierta intencionalidad y belleza bebes demasiado en las reuniones, te propasas con la mujer de otro y acabas por cometer una tontería obscena y a la mañana siguiente desearías estar muerto. Pero cuando tratas de repasar el camino que te ha conducido a este abismo, sólo encuentras el grano de arena [...] ¿Qué está mal? ¿Dónde he fallado? No estoy lo suficientemente loco ni suficientemente cuerdo. Me parece que no tengo una concepción clara del mundo. ¿Puedo acusarme de falta de color, esa falta de claridad que respeto en otros? ¿Qué debo evitar? ¿Lo artificial, lo que carezca de vitalidad?
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Enviada por 17 hace 9 años
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Una muerte muy dulce
SIMONE DE BEAUVOIR
(10 frases)
"Ya tiene edad de morir". Tristeza y exilio de los ancianos: la mayoría ni piensa que han llegado a esa edad. Y yo también, aun refiriéndome a mi madre, he utilizado esa fórmula. No comprendía que se pudiera llorar con sinceridad a un pariente, a un abuelo de setenta años. Si encontraba una mujer de cincuenta años postrada porque había perdido a su madre, la consideraba una neurótica: todos somos mortales; a los ochenta años se es lo suficientemente viejo para convertirse en un muerto...
Pero no. No se muere de haber nacido, ni de haber vivido, ni de vejez. Se muere de algo. Saber que mi madre por su edad estaba condenada a un fin próximo no atenuó la horrible sorpresa: tenía un sarcoma. Un cáncer, una embolia, una congestión pulmonar: es algo tan brutal e improvisto como un motor que se detiene en el aire. Mi madre alentaba al optimismo cuando impedida y moribunda ella afirmaba el precio infinito de cada instante; asimismo, su vano encarnizamiento desagarraba el velo tranquilizador de la superficialidad cotidiana. No existe muerte natural: nada de lo que sucede al hombre es natural puesto que su sola presencia cuestiona al mundo. Todos somos mortales: pero para todos los hombres la muerte es un accidente y, aun si la conoce y la acepta, es una violencia indebida.
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Enviada por 23 hace 9 años
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Nuestra Señora de París
VICTOR HUGO
(41 frases)
—Por favor —suplicó— ¡si tenéis entrañas no me rechacéis! ¡Te amo! ¡Soy un miserable!
¡Cuando pronuncias ese nombre, desventurada, es como si triturases con tus dientes todas
las fibras de mi corazón! ¡Por favor! Me voy contigo al infierno si vienes de allí. El
infierno en donde estés será mi paraíso, pues tu presencia es más encantadora que la de
Dios. Dime, ¿no me amas? El día en que cualquier mujer llegase a rechazar un amor
semejante, habría creído que las montañas se abrirían. ¡Oh! ¡Si tú quisieras...! ¡Podríamos
ser tan felices! Huiríamos. Yo te ayudaría a hacerlo. Podríamos ir a cualquier lugar.
Buscaríamos en la tierra el lugar más luminoso, con más árboles, con cielo más azul.
¡Nos amaríamos, nos entregaríamos nuestras almas y nuestra sed de nosotros mismos
sería tan insaciable que la calmaríamos en común en la copa inextinguible de nuestro
amor!
La muchacha le interrumpió con una risa terrible a hiriente.
—¡Fijaos, padre, tenéis sangre en las uñas!
El sacerdote se quedó petrificado durante algunos instantes, con la vista fija en sus
manos.
—Pues entonces —prosiguió el clérigo, con una extraña dulzura— ultrájame, búrlate de
mí, abrúmame, pero ven conmigo. ¡Apresurémonos! Te repito que es para mañana. Es el
patíbulo de la Grève, ¿recuerdas? ¡Está ya preparado! ¡Es horrible, verte marchar en esa
carreta! ¡Por favor, nunca había sentido como ahora todo lo que te amo! Podrás amarme
quizás después de haberse salvado y no me importa que puedas odiarme tanto tiempo como quieras, pero ven, por favor. ¡Es mañana! ¡Mañana! ¡La horca! ¡Tu suplicio!
¡Sálvate! ¡Apiádate de mí!
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Enviada por 23 hace 9 años
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La senda del perdedor
CHARLES BUKOWSKI
(17 frases)
Podía ver el camino que se abría frente a mí. Yo era pobre e iba a continuar siéndolo. Pero tampoco deseaba especialmente tener dinero. No sabía qué es lo que quería. Sí, lo sabía. Deseaba algún lugar donde esconderme, algún sitio donde no tuviera que hacer nada. El pensamiento de llegar a ser alguien no sólo no me atraía sino que me enfermaba. Pensar en ser un abogado, concejal, ingeniero, cualquier cosa ipor el estilo, me parecía imposible. O casarme, tener hijos, enjaularme en la estrucutra familiar. Ir a algún sitio para trabajar todos los días y después volver. Era imposible. Hacer cosas normales como ir a comidas campestres, fiestas de Navidad, el 4 de Julio, el Día del Trabajo, el Día de la Madre... ¿acaso los hombres nacían para soportar esas cosas y luego morir? Prefería ser un lavaplatos, volver a mi pequeña habitación y emborracharme hasta dormirme.
Mi padre tenía un plan maestro. Me dijo:
- Hijo mío, cada hombre debería de comprar una casa en su vida. Cuando muera, su hijo heredaría esa casa. Más adelante ese hijo compra su propia casa y luego muere. Entonces su hijo hereda dos casas. Ese otro hijo pronto adquiere la suya propia y entonces ya tiene tres casas...
La estructura familiar. O cómo vencer a la adversidad a través de la familia. Él creía en eso. Coge la familia, mézclala con Dios y la Nación, añade diez horas de trabajo diario, y tienes todo lo que necesitas.
Observé a mi padre, sus manos, su rostro, sus cejas, y supe que ese hombre no tenía nada que ver conmigo. Era un extraño. Mi madre no existía. Yo era un maldito. Mirando a mi padre no vi nada más que una insipidez indecente. Peor aún, él tenía mayor miedo a fracasar que el resto de la gente. Siglos de sangre campesina y de educación campesina. Las características sanguíneas de los Chinaski se habían debilitado por unos cuantos siervos de la gleba que empeñaron sus vidas en pequeños logros fraccionarios e ilusorios. No hubo ningún hombre en el arbol genealógico que dijera: "¡No quiero una casa, quiero mil casas y las quiero ahora mismo!"
Mi padre me había enviado a ese instituto para ricos deseando que se me pegara el aire de los dirigentes mientras observaba a los muchachos ricachones haciendo chirriar sus cupés color crema y acompañando a chicas de trajes brillantes. Sin embargo, aprendí que los pobres normalmente permanecen en la pobreza. Que los jóvenes ricos husmean el hedor de los pobres y aprenden a encontrarlo divertido. Tienen que reírse, porque de lo contrario sería demasiado aterrador. Han aprendido eso a lo largo de los siglos. Nunca perdonaré a las chicas por meterse en esos cupés color crema con los rientes muchachos. No podían evitarlo, por supuesto, pero siempre pensabas que tal vez... Pero no. No había tal vez. El bienestar económico significaba victoria, y la victoria era la única realidad.
¿Qué mujer elige vivir con un lavaplatos?
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Enviada por 23 hace 9 años
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